(Montpellier, actual Francia, 1208 - Valencia, 1276) Rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier (1213-1276) y rey de Mallorca (1229-1276) y de Valencia (1239-1276).
Hijo del rey Pedro II el Católico y de María de Montpellier, Jaime I el Conquistador se convirtió en soberano de la Corona de Aragón con tan sólo cinco años, al morir su padre en la batalla de Muret, frente a los cruzados de Simón de Montfort en defensa de sus vasallos languedocianos (1213).
Tras una larga y turbulenta minoría de edad, en que los regentes del joven monarca, sus tíos el conde Sancho I de Rosellón y el infante Fernando de Aragón, sucesivamente, tuvieron que sofocar las continuas rebeliones de la nobleza aragonesa, Jaime I asumió la dirección de sus Estados en 1225 e intentó sin éxito conquistar Peñíscola.
Dos años después, la paz de Alcalá rubricó el definitivo triunfo de la monarquía sobre los nobles de Aragón y proporcionó al rey la estabilidad necesaria para permitirle iniciar sus campañas militares dirigidas contra los musulmanes del levante peninsular. Ante el perjuicio que la competencia comercial y la piratería de los sarracenos de las Baleares ocasionaban a los mercaderes catalanes, Jaime I emprendió en 1229 la conquista de Mallorca con la victoriosa batalla de Portopí. Tras la toma de Ciudad de Mallorca (diciembre de 1229), se apoderó de la isla en pocos meses, salvo un pequeño núcleo de resistencia musulmana, que logró mantenerse en la sierra de Tramontana hasta 1232.
Entretanto, el monarca estableció un protectorado sobre Menorca, rubricado por el tratado de Capdepera, por el cual los sarracenos menorquines aceptaron su soberanía (1231). Por último, cedió la sumisión de Ibiza a la alta aristocracia catalana, que la hizo efectiva en 1235.
Dominadas las Baleares, Jaime I asumió en 1232 la dirección de la conquista de Valencia. Tanto en Mallorca como en Valencia, Jaime I decidió crear reinos autónomos, pero integrados en la Corona de Aragón. Los últimos años de vida de Jaime I fueron amargos, ya que, por una parte, asistió al fracaso de sus dos tentativas de realizar una cruzada en Tierra Santa (1269 y 1274) y, por otra, tuvo que hacer frente a la rebelión de su primogénito, el infante Pedro, y a los desórdenes feudales acaudillados por su hijo bastardo Fernando Sanchís de Castro.
Hombre culto e inteligente, Jaime I impulsó la expansión comercial catalana por el Mediterráneo, protegió a los judíos, organizó el Consell de Cent o gobierno municipal de Barcelona, promovió la redacción del Libro del Consulado de Mar, una compilación de derecho marítimo, y él mismo escribió o dictó una autobiografía conocida como Llibre dels feyts. A su muerte, acaecida en Valencia el 27 de julio de 1276, dividió sus reinos entre sus hijos Pedro, al que correspondieron Aragón, Cataluña y Valencia, y Jaime, quien recibió las Baleares, el Rosellón y Montpellier.
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